Hace unos días tuve ocasión de leer en un
suplemento dominical un artículo de David Trueba en el que se lamentaba de lo
incomodo que resulta encontrarse en un aeropuerto y que constantemente se te
acerquen distintas personas para ofrecerte los productos y servicios más
insospechados: vacaciones paradisiacas low cost, tarjetas de fidelización de
vaya Ud. a saber qué empresa, seguros infinitos a precios de saldo y un largo
etc.
Se lamentaba El Sr Trueba de lo difícil que
resulta quitarse de encima a esas personas sin herir su sensibilidad y
mandarlas a paseo pues no dejan de estar intentado realizar un trabajo,
normalmente por un salario de hambre.
Coincido con él en estas sensaciones y añado alguna más. Como evitas
que te suelten un rollo telefónico abrumador sobre las bondades de cambiar de
compañía de telefonía móvil, de instalar una línea ADSL que no necesitas, de
cambian de distribuidor de gas, o electricidad o de participar en un sorteo que, aparentemente
has ganado sin jugar y así hasta la saciedad.
Por supuesto que existe la posibilidad de
colgar el telf. a los cinco segundos de conversación una vez has dicho ¡NO! pero
seguramente seguiremos frustrando a muchos trabajadores desesperados y quizá
a algún desaprensivo que nos ofrecía
gato por libre.
Yo quisiera apuntar un posible remedio
comunicativo que, en ocasiones me ha funcionad: La entonación de la voz.
La entonación es una técnica que permite
transmitir nuestras sensaciones y sentimientos incluso mas allá del propio
significado de nuestras palabras.
Si ante la presentación del interlocutor le
anunciamos con tono de duelo que "no es momento de interrumpir nuestro dolor con
detalles mundanos" seguramente nos dirán que cual es el mejor momento para
volver a llamar a lo que responderemos con un tono sollozante “solo el tiempo
nos lo dirá” y colgamos.
También podemos entonar fingiendo un éxtasis
sexual y rogando que no nos interrumpan en tan sublime momento y con un suspiro
profundo colguemos.
El interlocutor rabiara de envidia pero
seguramente con una sonrisa.
En todo caso las entonaciones pueden mostrar,
incredulidad, aburrimiento, enfado, euforia y mil sentimientos más que deberemos
adecuar al momento y a la persona que nos importuna.
Ahora bien, esa misma entonación es la que
en circunstancias normales nos permite relacionarnos socialmente con nuestros
semejantes y para eso no valen bromas ni subterfugios.
Mostraremos amor, alegría, firmeza, apoyo,
consuelo, dinamismo y otros múltiples sentimientos que nos permitirán una
relación excelente.
Estamos mostrando, expresando, nuestros
sentimientos y eso no es un juego.
Aprender la técnica de entonación requiere
de dos pautas fundamentales: sinceridad interior y sensibilidad.
Ahí es donde interviene la poesía porque si
somos capaces de leer (en voz alta ) poesía, que ya por definición es sentimiento en grado
puro, captaremos toda una serie de matices lingüísticos que nos permitirán
expresar sentimientos. En principio los del poeta y con algo más de práctica
los nuestros propios encarnados en palabras capaces de llegar al corazón de
nuestro interlocutor.
Esta expresión artística nos permitirá, en
alguna ocasión salir de trances incómodos, con sutileza y, con mayor frecuencia,
relacionarnos adecuadamente con nuestros semejantes. Eso si vale la pena.
El trabajo del grupo argentino Luthiers es un buen ejemplo de habilidades de entonación
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