Recuerdo que cuando a principios de la década de los 70
intentaba iniciarme en los temas de comunicación y expresión se me hacía, con frecuencia, un comentario un
tanto despectivo.
“déjate estar de tonterías; eso de la expresión (sobre todo no verbal) es
cosa de los cómicos y demás actores que tratan de sobrevivir por ahí”
Yo me quedaba un tanto perplejo pues en mis escasos viajes a Francia había
encontrado escuelas donde estas materias no estaban dedicadas sólo a “cómicos”
sino a cualquier tipo de profesional.
Con los años el criterio ha ido variando, pero la
actuación y la expresión dramática, de la que ya he hablado en otras ocasiones,
va ganando terreno en nuestra sociedad actual y por tanto también en las
empresas.
Durante los últimos meses nos han dejado muy buenos
actores – Juan Luis Galiardo, Paco Morán, Tony Leblanc, Emilio Aragón (Milyki)
y en estos últimos días Anna Lizarán- por citar solo algunos de los más
conocidos.
Sirvan estas letras como homenaje a su trabajo y a su
profesionalidad.
No eran directivos de empresa pero en más de una ocasión,
tal vez, les dieron vida en la ficción. Y a buen seguro con gran verosimilitud.
Y saco a colación a estos profesionales porque ya en los
años 80, trabajando en Fundación Emi, antigua Escuela de mandos Intermedios, se
realizaron unas jornadas que tuve el privilegio de coordinar bajo el título de
“EL PROFESOR ACTOR” y que dirigía la gran pedagoga Carme Aymerich, que de alguna forma planteaban no solo el rol
de actor de un buen profesor sino la capacidad de “actuar” de todo buen
directivo empresarial.
Esta sesión se repitió, con gran éxito, en el congreso de
Afyde de Palma de Mallorca dirigido especialmente a formadores y directivos de
empresa.
Es decir que entre los distintos roles de la dirección de
empresa resulta muy útil no solo ser creíble si no evidenciarlo ante los colaboradores.
Dicho llanamente actuar de la forma adecuada al rol, a la función y a la situación
concreta en cada caso.
En la actualidad, donde los valores resultan fundamentales
en la cultura de empresa la credibilidad
que emane del directivo resulta fundamental.
No es fácil poder mostrar ejemplos de actuaciones
directivas reales puesto que se dan en la propia entidad de forma privada o en
actos públicos , generalmente bien preparados , pero a buen seguro cualquiera
que trabaje en una empresa de medianas dimensiones- las PYMES son un caso aparte
del que ya hablaré más adelante- ha podido constatar la falta de credibilidad
con la que se exponen muchas decisiones y la escasa técnica con que se
presentan determinados proyectos que en lugar de crear entusiasmo despiertan
recelos, si no espanto entre los oyentes.
En definitiva no se trata de que los directivos
interpreten a Cervantes o a Lope de Vega pero sí que posean las técnicas de interpretación
que permitan hacer creíbles su roles empresariales.
Hacer teatro sin mesura lleva a perder la credibilidad y
a mostrar la posibilidad de engaño.
No aplicar unas ciertas técnicas expresivas, dificulta la
comunicación y crea inseguridad y falta de confianza y como afirma el profesor Simón Dolan, doctor e en RR.HH y profesor de ESADE.”Sin confianza la innovación no funciona, la jerarquía, hoy, no logra
innovación”.(sic)”le falta tolerancia al fracaso”
Por tanto y para dar respuesta a la pregunta del título : El
directivo no es imprescindible que sea actor pero sí lo es que sepa actuar.
Hasta pronto.
El drama de no saber actuar...;)
ResponderEliminarGracias Eva
ResponderEliminarPero para muchos es mas que un drama.
Es una tragedia que la podría firmar Eurípides