Las técnicas de expresión son, sin duda, una herramienta de comunicación, pero, también sin duda, son mucho más que eso.
Una conocida definición las contempla como “la ciencia y el arte de comunicarse con los demás por medio de la voz, la palabra y el gesto”
No podemos abandonar ni aparcar nuestra capacidad de expresión y comunicación porque hoy no se trabaja. La expresión se vive las 24horas del día los 365 días del año y forma parte de nuestra particular manera de ser y de comportarnos.
Por eso hoy, una vez más, he aprovechado para observar la comunicación y la expresión de los seres más próximos: la familia.
Es imposible ser un buen comunicador y expresarse correctamente en el entorno profesional si no lo tenemos interiorizado en el entorno personal.
Ser capaz de captar la sonrisa de un niño que nos agradece un juego, la expresión angustiada de la persona que ha preparado un pastel de postre o un aperitivo inicial de confraternización, la mirada atenta de una madre, una abuela u otro familiar que procuran que todo funcione.
La disposición en una mesa de festejo, tan protocolaria en ocasiones como en la más seria de las reuniones de trabajo.
El tono de voz desenfadado o solemne según el momento. Dicen mucho de todos y cada uno de nosotros.
Observar un domingo sin presiones nos puede permitir descubrir habilidades y sensibilidades muy próximas que, después, el lunes, tal vez nos sean útiles como personas y profesionales que somos.
La expresión no es solamente la máscara que mostraban los clásicos griegos sino la forma como actuamos en la vida.
El trabajo es vida, pero es bueno recordar que también hay vida más allá del trabajo.
Feliz descanso y hasta mañana
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